La globalización necesita nuevos ingredientes

La Tierra desde el espacio, como se fotografió por primera vez.
La Tierra desde el espacio, como se fotografió por primera vez.

Cuando la globalización inició, a inicios de la década de 1990, fue una linda promesa. Al desarrollarse, nos traería mejor información, mejores productos y servicios y más oportunidades para disfrutar de una vida mejor y más plena. Conforme ha ido avanzando, sin embargo, varias de estas promesas se desvanecieron. El mundo actual es hosco y polarizado; apasionado pero insensible, está lleno de estímulos pero está vacío.

Al echar un vistazo a lo que pasó, la globalización comenzó por darnos la web y sistemas de comunicación portátiles (el correo electrónico primero, luego los localizadores y luego los teléfonos móviles). También nos dio un comercio más rápido, más competencia entre proveedores y, a consecuencia de esto último, mejores productos a precios más competitivos. También nos dio la oportunidad de conocer nuevas personas y de interactuar con quienes están lejos a través de salas de chat primero, luego vía mensajeros instantáneos y videoconferencias después.

Todos estos cambios han sido buenos, pero han tenido costos. Aquí algunos de los principales:

Nuestra «ubicuidad» nos está estresando

Descansar es importantísimo para nuestra especie. Y no me refiero solo a dormir. Hablo de nuestra necesidad de separarnos de la vida ordinaria para poder usar algo de tiempo en renovarnos. Los teléfonos móviles, las redes sociales y sus incontables notificaciones nos están robando este precioso tiempo; y, como resultado, las personas andan más estresadas, menos concentradas en lo que están haciendo y por menos tiempo. También hay una necesidad no natural de tratar de ser popular y admirado. Y mientras hay personas haciendo todo lo posible para destacar de formas inútiles, hay reportes que detallan que ha habido un aumento en los trastornos del sueño, la ansiedad, la depresión y otros problemas de salud mentañ… problemas que no eran tan frecuentes antes de que la mayoría de nosotros obtengamos nuestros «anexos personales electrónicos».

Estamos viviendo en la era de la distracción

La globalización eligió el capitalismo como el principal modelo económico para el mundo, y ha sido positivo porque todos podemos disfrutar de mejores productos y servicios a mejores precios ahora. El punto en contra es que el capitalismo depende de las ventas y el crecimiento; y esto obliga a las compañías a luchar por dirigir nuestra atención hacia lo que venden. ¿Es mala la publicidad? No, en absoluto. Si prestas atención, notarás que hay publicidad en todas partes hoy en día, tanto en las calles como en la web. Lo que está mal son la monitorización y la manipulación, especialmente si continúan siendo clandestinas. Puede que no sea un secreto para ti que hay muchas formas de rastrear actividades en la web, incluso si no las ves; pero quizá sí sea nuevo para ti enterarte que, a veces, cuando vas a una tienda, alguien está observando y estudiando qué ves, qué eliges comprar y algunos otros factores a fin de «optimizar tu experiencia» y motivarte (a ti y a otros clientes) a comprar más la próxima vez.

Su deseo de optimizar todo para vender más (u otro) nos deja bajo un permanente ataque a nuestra atención… nos distrae. ¿No has sentido dificultad para concentrarte a veces? Eso pasa, entre otros, porque tu cerebro se está acostumbrando tanto a las distracciones que hasta las busca.

Vivimos en una especie de dictadura de la tolerancia

Estoy seguro de que lo has visto con tus propios ojos: Hay personas que piensan de cierta forma y otras personas que piensan lo opuesto. Cuando estos dos grupos están separados, todo funciona en armonía; pero cuando se encuentran, cada uno de esos lado emprende una defensa tan apasionada de su posición que ni siquiera se dan cuenta de lo ridículo que se ve. Se atacan mutuamente, se acusan mutuamente y se insultan mutuamente hasta que una de las partes decide que ya fue suficiente. Cuando eso pasa, las amistades terminan y las sociedades se polarizan.

Lo que me parece gracioso de esto es que, durante estos fútiles intercambios de opinión, ambos grupos apelan a la tolerancia de un modo u otro. Dicen que tienen derecho a pensar como piensan y que es obligación de la otra parte respetar y tolerar su forma de ver la vida o su opinión sobre un tema. Todo ello es verdad y es razonable… a menos que oses discrepar. Cuando eso pasa, ¡te atacan de nuevo! ¿Dónde queda la tolerancia entonces? En ningún lado, y es por ello que se le viene llamando la dictadura de la tolerancia.

He leído más de una vez que este problema en la sociedad puede ser atribuido, entre otros, a la prensa y al rastreo, pero también va más allá de ellos. Las empresas que quieren tu atención y ya tienen un perfil formado de ti lo usan para mostrarte más de lo que ellos piensan que querrás ver (o mirar o leer o comprar). Así, pueden quedarse con tu atención un ratito más. En lo que no reparan es que, cuando alimentas a una persona con más de lo que piensa, con el tiempo se vuelve más radical en su apego a esa opción u opinión. Y mientras más radicalizado esté acerca de ese algo, más agresivo será contra la posición opuesta, causando la dictadura de la tolerancia.

En las conversaciones civilizadas, las personas presentan sus puntos de vista con información que las respalda, manifiestan sus opiniones con ilación y también tratan de mantenerse alejadas de las falacias más comunes. Todo aquello parece haber sido olvidado.

Vemos un desdén completo por la privacidad

La privacidad es un derecho importante. Nos permite guardar secretos y compartirlos solo con quienes queramos. Gracias al derecho a la privacidad, los artistas pueden trabajar sus obras y solo publicarlas cuando están terminadas; las empresas pueden preparar nuevos productos o servicios y hacerlos públicos solo cuando estén listos para vender. Bueno, la privacidad ha venido siendo atacada durante años y principalmente de tres maneras: por las cámaras que colocan en las calles en nombre de la seguridad, por nuestros dispositivos móviles, que son dispositivos de rastreo en sí mismos, y por nuestro uso de servicios que ya sabemos que nos espían solo porque son baratos y convenientes. Total, «si no tienes nada que ocultar, tampoco tienes nada que temer», ¿verdad?

Pero este desdén por la privacidad también puede verse en la temeridad y en la indecencia. Hay cosas que nunca deberían dejarse escritas, mas se escriben; hay imágenes que nunca deberían hacerse públicas, pero lo son. Puede que no haya consecuencias hoy ni mañana, pero muchas vidas ya han sido destruidas porque alguien hizo público lo que alguien le compartió en secreto… días, meses o incluso años atrás.

Estamos viendo humanos menos humanos

La globalización nos ha acercado a quienes están lejos pero también nos ha alejado de quienes están cerca. Esto ha incrementado la sensación de soledad, exagerado la importancia de la individualidad y dañado el respeto que teníamos por la ley, la autoridad y los valores morales en el pasado. Si esto continúa así, pronto nuestras generaciones más jóvenes podrían verse obligados a enfrentar un mundo sin una guía apropiada de comportamiento correcto.

¿Cuándo fue la última vez que le preguntaste a un amigo cómo está y no te respondió con un «bien, gracias»? ¿Cuándo fue la última vez que dejaste todo para ir a ayudar a un amigo en necesidad? Con estas dos preguntas, creo que todo se pone en perspectiva. En algunas sociedades, los amigos incluso se agendan para poder verse.

Estamos viendo líderes fracturados e individualismo lacerante

Desde el inicio de los tiempo, algunos hemos sido buenos para algunas cosas y otros buenos para otras. Eso no ha cambiado. Lo que ha cambiado es lo que buscamos reconocer y admirar en los líderes. Antes, la mayoría —si no todos— los líderes eran admirados y seguidos por su capacidad de ser ejemplo, por su integridad. Hoy eso ya no parece importar tanto.

Agreguemos a ello la errada necesidad de reinventar la rueda y lograr todo solos cuando siempre hemos sido una especie social, y debería quedar clara la imagen que he querido mostrar hasta ahora en este artículo.

La globalización necesita nuevos ingredientes

Dudo mucho que hayamos creado un mundo globalizado para obtener sociedades enfermas, así que permíteme compartir contigo dos formas de tener mejores sociedades en el futuro.

Primero, echemos un vistazo a algunos de los valores que la sociedad postmoderna nos ha motivado a dejar atrás:

Si algunos de estos te resultan familiares, es porque son valores que diversas sociedades alrededor del mundo han apreciado y respetado durante siglos. Aquellos que no te resultaron familiares son valores que se aprecian en otros continentes. El retomar lo que fue nuestro en el pasado podría ser una muy buena forma de empezar.

Pero no podemos simplificar nuestro deseo de tener una mejor globalización mirando solamente atrás. Las sociedades anteriores no fueron perfectas, y deberíamos poder mejorar lo que lograron. Así que complementemos las ideas anteriores con algunas nuevas, como estas:

Puede que haya muchas más ideas que agregar, pero no quiero que este artículo se haga más largo. Solo quiero cerrar diciendo por qué pienso esto y es simple: Porque tú, yo, y todos los demás hemos nacido con talentos que nos hacen únicos; y la sociedad debería facilitar, no entorpecer, el desarrollo de esos talentos.

Esta página web usa cookies, pero no te preocupes: son seguras.