El perfume

—Dime... ¿cómo huele? —me preguntó, confidente. Sabía perfectamente que yo siempre le daba importancia a las cosas que la mayoría ni siquiera tenía en cuenta. Los olores son una forma muy particular de describir a una persona. Cada una, de acuerdo a su carácter y sus hábitos, contiene una esencia que le dibuja. Al menos para mí. Yo suelo describir a las personas que conozco por el perfume que transmiten.
—¡Ah!, delicioso —contesté sonriente y pícara—. Aunque es complicado... —me miró sorprendido pero con interés, así que continué la explicación—. Huele como el anochecer en un día de primavera. Después de una ducha tibia y relajante.
—Encantador, entonces—. Me devolvió la sonrisa intentando imaginarse el aroma. Después de un minuto de reflexión, me miró sereno y se preparó para la pregunta que deseaba hacerme: —¿Y yo?, ¿cuál es mi aroma?

Le contemplé tranquila y me sonreí despacio, con remordimiento.

—A página impresa. De un libro favorito y confortable, de un libro de siempre.
—¿Un libro puede ser confortable?— alzó su ceja izquierda en una mueca fanfarrona.
—¡Por supuesto que sí! Es uno de esos libros que relees de vez en cuando. De ahí que se perciba como algo personal y propio— suspiré.
—¿Y dónde sueles guardar los libros?— contemplé mis manos sobre la mesa, mis dedos entrecruzados.
—Sé a dónde quieres llegar— le aseguré con calma.
—¿Dónde los guardas?— insistió.
—¿Los libros?
—No —me dijo serio e irresistible—, esos libros, los confortables.
—Solo tengo uno.
—Mejor entonces. Es especial.
—Claro que lo es.
—Entonces...
—En mi mesilla de noche, al lado de mi cama— dije, y su sonrisa se volvió amplia y soltó una carcajada satisfecha. Yo le contemplé seria.
—Es decir que en tus noches de primavera, después de la ducha relajante, sueñas con las historias de tu libro viejo—. Ahora sí me hizo reír a carcajadas. Solté mis manos y me puse de pie.
—Me voy. ¿Me acompañas?
—¿No lo hago siempre?— me palmeó el hombro con suavidad y dejamos la cafetería atrás.

Lo que él no sabía es que a veces, los libros llegan a perder el interés si los leemos demasiadas veces.

© Jimena Antoniello


Jimena Antoniello nació en Montevideo, Uruguay. Ha ganado los premios Félix Francisco Casanova de poesía de 1999 y el IV Certamen de Relatos Hiperbreves en el 2003. Ha escrito literatura pero también para la radio, televisión y cine. Entre otros, tiene un doctorado en cristianismo antiguo.


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